El cuerpo celste está a sesenta y tres años luces de la Tierra. El planeta descubierto tiene color azul, sin embargo, la temperatura de su atmósfera supera mil grados. El color azul no se debe a mares y océanos sino a numerosas partículas silícicas que cubren la superficie del cuerpo celeste. Huracanes y tormentas suelen azotar el exoplaneta levantando a la atmósfera partículas de silicio provocando de tal modo lluvias de cristal.