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A las críticas suele concedérseles un significado negativo. Los especialistas, sin embargo, concuerdan en que es necesario formularlas cuando la intención es aportar para mejorar. Y eso se logra, claro, cuando las emociones y los sentimientos se dejan a un lado.

Como eso no siempre ocurre, la gente tiende a separar las críticas en dos grupos: las constructivas y las destructivas. Ana María Cardona, profesora de la facultad de Psicología de la Universidad de la Sabana, define las primeras como aquellas que buscan que la persona pueda mejorar un producto, un resultado o una actitud; las segundas, en cambio, se lanzan cargadas de rabia, resentimiento o envidia. “Quien critica destructivamente, externaliza sus sentimientos negativos. Trata de desahogar una emoción propia y ponerla en la cabeza del otro”, explica Cardona.
El psiquiatra Rodrigo Córdoba asevera que el ámbito de la crítica es siempre una relación de dos, “el que la lanza y el que la recibe; dependiendo de los sentimientos que acompañen, el primero la enunciará de una manera negativa o positiva”, dice.
Pero, ¿qué subyace a las críticas? ¿Con qué intención se formulan? No siempre –dice Córdoba– se lanzan bajo el loable propósito de ayudar. Esta clase de criticones son incapaces de reconocer que lo son, tampoco el lado bueno de un desempeño. Sus señalamientos vienen cargados de resentimiento, frustración y sentimientos hostiles; en otras palabras, de un ánimo destructivo que no siempre es consciente”.
Para la psicóloga Cardona, la hostilidad no es la única razón por la cual a la mayoría de las personas les cuesta tanto recibir críticas sin afectarse. “Tenemos baja tolerancia a la frustración –señala–. Cuando nos dicen que algo no está bien, sentimos que nos quitan valor. Esto viene desde los sistemas educativos que castigan el error. No lo ven como una posibilidad de crecimiento”.
La psiquiatra Olga Albornoz dice que una sociedad como esta, dada a sobrevalorar el éxito y a menospreciar el fracaso, es un escenario propicio para las críticas destructivas; “por eso –afirma– hay que aprender a recibirlas lo mismo que a formularlas y a enfrentar a quienes quieren hacer daño”.
A lo anterior Cardona suma el elemento cultural y admite que hay muchos que critican por criticar. “Carecemos de la cultura del silencio, no escuchamos; por el contrario, cuando nos hablan ya estamos pensando en cómo vamos a contestar. Le damos un valor superior al que habla y no al que se queda callado”, dice.
¿Cómo actuar?
Como de lo que se trata es de no empeorar la situación, los especialistas recomiendan tener la calma y la paciencia suficientes para contenerse cuando se recibe una crítica destructiva o cuando va acompañada de rabia.
Si ese es el caso, tan pronto tenga oportunidad pídale al otro que modere el tono e invítelo a hablar con tranquilidad sobre el tema. Escuche.
Ojo: si no está de acuerdo con lo que el otro le está diciendo, manifiéstelo tranquilamente; también, claro, si el otro tiene razón. Una cosa distinta es si la crítica hiriente se vuelve persiste y hace que usted se siente maltratado. Cuanto antes póngale fin a esa situación. Corte a la persona y pídale que no vuelva a dirigirse a usted en términos destructivos. Pídale que le hable en forma clara, calmada y controlada.
Si siente que la otra persona le formula algún comentario o crítica en un buen tono y con la real intención de contribuir, no cometa el error de ponerse a la defensiva. Lo mejor es que escuche y sea receptivo.
Si siente que el otro tiene la razón, reconózcalo y agradézcale su sinceridad. Es muy importante que no eche en saco roto lo que le dice: piense en ello, analice cómo cambiará eso las cosas y qué impacto tendrá.
Si es usted quien critica
La psicóloga Ana María Cardona recomienda desligar a la persona de la crítica (uno no critica a la gente sino sus actuaciones, sus productos o sus resultados), no tomarlo personal y evitar unirla a sentimientos o emociones.
Decida si vale la pena o no formular la crítica; en otras palabras, si se justifica entrar en conflicto. A veces el efecto puede ser contraproducente.
Elija el momento, el ambiente y el tono adecuados para formular su observación. Evite hacerlo en medio de una discusión, en voz alta o a gritos y delante de otras personas.
Si de veras quiere aportar con su crítica, proponga una solución. “No está mal lo que haces, pero qué tal si la próxima vez optas por...”.
Lance su crítica una sola vez, de manera clara, breve y concisa. Parta de que el otro entendió y que si no introduce correctivos es porque quizá no comparte sus opiniones.
GDA

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