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Una cama plagada de chinches es algo más bien desagradable. Pero además, el hecho de que sean capaces de resurgir rápidamente tras su eliminación las hace aún más indeseables.

Ahora, científicos de la universidad británica de Sheffield afirman haber descubierto el secreto de estos insectos parasitarios. Gracias a un análisis genético, los investigadores observaron que basta con una sola chinche embarazada para crear una nueva infestación, al ser capaz de producir rápidamente generaciones enteras de crías. Alimentándose de la sangre de una sola persona, la madre de todas las chinches puede crear una colonia de miles de insectos.
El estudio se llevó a cabo en Londres, una ciudad que sufre un resurgimiento de las infestaciones de chinches.
El análisis de ADN mostró que las colonias de estos parásitos en casas u hoteles podrían provenir de un ancestro común o de un puñado de chinches hembras. La rápida expansión en números puede ocurrir en cuestión de semanas, hasta llegar al punto en que generalmente se produce una intervención humana para destruirlas.
Transporte humano
Las chinches, que viven de la sangre humana, no pueden volar y dependen de las personas de las que se alimentan para trasladarse. Y como ha aumentado el número de chinches londinenses, los investigadores querían saber cómo pueden aparecer súbitamente en tales cantidades después de haber sido aparentemente exterminadas.
La capacidad de estos de generar una nueva colonia a partir de tan pocos individuos podría ser la pista de su “reciente éxito”, dicen los científicos.
Si una única chinche embarazada –que puede llegar a medir 5mm– se las ingenia para permanecer oculta, metiéndose por ejemplo en el equipaje de un viajero, es suficiente para comenzar una nueva infestación.
Roger Butlin, del departamento de plantas y animales de la Universidad de Sheffield, dice que las chinches habían desaparecido de Londres hacia la primera mitad del siglo XX, pero han vuelto a crecer en número desde los años 80.
Entre las teorías sobre este resurgimiento se contempló la posibilidad de que siguieran rutas de transporte y viajeros internacionales. También se cree que son ahora más resistentes a los químicos que se utilizan para eliminarlas.
“El número de chinches en las ciudades ha crecido drásticamente pero no hay información sólida sobre por qué es”, dijo. Además, añadió que pueden sobrevivir sin alimentarse por un mes, esperando a que llegue una persona.
Una casa puede albergar decenas de miles de chinches, dice Butlin, todas intentando vivir de sus residentes humanos. “Si se te escapa solo una, pueden crecer muy rápido”, advirtió.
Material para combatirlos
Científicos estadounidenses desarrollaron un material diseñado para imitar los pelos de las hojas que atrapan a los chinches, lo que podría ayudar a controlar la plaga que en los últimos años ha afectado varios países.
El estudio publicado en el Journal of the Royal Society Interface se basó en el remedio tradicional balcánico que consiste en utilizar hojas de la planta de frijoles rojos para combatir la peste.
Las infecciones de chinches han ido en aumento en los últimos años debido principalmente a la resistencia de estos insectos a pesticidas. Una vía podría ser contraatacar con estas trampas. No obstante, escépticos del material se preguntan si esta tecnología podría atrapar a suficientes insectos o si sólo sirve para monitorear la población de chinches.
La entomóloga Catherine Loudon, jefa de la investigación, dijo que “las plantas exhiben habilidades extraordinarias para atrapar insectos. Las técnicas de la ciencia moderna nos permiten fabricar materiales a un nivel microscópico”.
Los expertos se inspiraron en un remedio ancestral utilizado en Bulgaria y Serbia, donde se esparcían en el suelo cerca de la cama las hojas de frijoles rojos para atrapar estos insectos.
El follaje se quemaba al día siguiente. Los chinches no tienen relación evolutiva con las plantas de frijol, a pesar de la idea generalizada de que las plantas han desarrollado técnicas para atrapar insectos como los áfidos y ácaros.
El equipo estudió el mecanismo de captura de las hojas mediante microscopía electrónica de barrido y videografía. Constataron que más que un mecanismo similar al velcro, que sólo los sujetaría momentáneamente, las hojas empalan las patas de los chinches.
Los científicos estudiaron cuidadosamente los pelos microscópicos de las hojas de las plantas de frijol, se fijaron en su geometría, orientación, el afilado de las puntas, la densidad y la altura. Esta información fue usada para hacer una plantilla que les permitió desarrollar el material sintético.
Descubrieron que esta versión también podía atrapar los chinches temporalmente, pero no los podía detener con tal eficacia como la versión original.
Herramienta de control
Otros sugieren que en vez de ser un dispositivo de control, el material podría ser útil para tener una idea de la población de esos insectos.
Ames Logan, entomóloga de la escuela de higiene y medicina tropical de la London School, dijo que el número de chinches podría crecer rápidamente, “de un chinche a cientos en una semana y miles en un mes, lo que hace difícil atraparlos y eliminarlos a todos”.
Logan aclaró que es muy útil monitorear para determinar los niveles de población de estos insectos. “Por ejemplo los hoteles, pueden tener trampas que se revisen a diario para tener un indicativo de si se necesita tomar cartas en el asunto”.
Las infecciones de chinches han aumentado en los últimos años, y expertos advierten que esta tendencia se podría mantener un poco más. Es muy difícil señalar la razón exacta, pero la resistencia a los químicos, más gente viajando y el aumento de ventas de muebles de segunda mano pueden ser grandes responsables.

Sean Coughlan / BBC Mundo

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