Las solteras nos hemos convertido en la pesadilla de las casadas. Eso a juzgar por la manera en que me han “maltratado” algunas amiguis que, hace apenas dos años eran mis incondicionales, y no hicieron más que “jurar amor eterno en el altar” y de la noche a la mañana soy un dengue con piernas.
Al principio no me daba cuenta. Recuerdo cuando Griselle -compañera de universidad y luego de labores, aquella que lloró ríos cuando su hoy esposo la dejó por otra y a la que atendí con devoción maternal cuando el mal de amores casi la lleva a la locura-, me comentó que no me invitaba a su fiesta de navidad porque yo no tenía pareja y me sentiría fuera de grupo. Pero botó la bola cuando celebró el cumpleaños de su bebé y me enteré por unas fotos que “posteó” en Facebook.
Acto seguido, la llamé y le pregunté por el cumpleaños, me dijo que no me invitó porque como no tengo hijos, pues me iba a aburrir. Dos cosas son ciertas, sí, no tengo hijos, y sí, me iba a aburrir, pero no con los locos bajitos ni con el payaso. Me iban a aburrir las tonterías de estas “supermamás” que solo hablan de cómo volvieron a su figura tras el embarazo y de las veces que lactan. La realidad es que me gusta más hablar de vinos y de quesos que de pañales desechables y toallitas húmedas.
Me han puesto en una especie de lista negra para toda actividad en la que las amigas asisten con sus esposos. No hace mucho, en una noche de margaritas, llegó Susan -prima de Raquelita-, con quien compartíamos a menudo. La cosa es que la mujer desde que se matrimonió, cambió. Nos borró de Facebook, dizque para eliminar todo vestigio de su vida de soltera. (Ridícula)
Llegó, pidió su margarita y presumió de este party que tendría en su apartamento. Yo me estaba apuntando, porque con tantos detalles inferí que me estaban invitando al “bembé”. Nada que ver, cuando le pregunté qué debíamos llevar, nos miró con actitud -cejas arqueadas y cara de fuchi- y soltó un sonoro “nada, porque no van”. Ouch!
Acto seguido, la excusa. “Es que es una actividad de parejas y ustedes no tienen a nadie. Además, la realidad es que a las chicas no les gusta que vayan solteras para que no afloren los celos”. Así, como les cuento. Ni más ni menos. Tuvo que irse, porque poco faltó para que le arrancáramos los ojos.
A ver, para muchas casadas, el problema son las solteras. O sea no es que posean un marido coqueto y mirón, que a la primera que ven con buen cuerpo ya le están pelando el diente. No. El problema es la soltera. Es la coqueta, la que busca robarse la atención y su objeto de pasión. Esto no es cuento, es una realidad. Y aquellas que se hacen llamar amigas, son las primeras que te desechan cuando contraen lazos. Ciao!
Lo curioso es que cuando tienen un lío o una desilusión, lo primero que hacen es llamar a esa amiga que sí busca el tiempo para atenderlas, darle apoyo y que sin la experiencia de ser madre ni esposa, encuentra las palabras adecuadas para calmarlas y, claro, para demostrarles que el status civil de una no debe ser excusa para desechar una buena amistad. Ciao!
Cara Mía / Especial para Por Dentro
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