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 Amiga Cara: Te escribo porque hace unas semanas leí la carta que te envió una “chica caramía” -así les llamo a las mujeres que te escriben- lamentándose porque estaba sola y anhelaba una relación.  Madame F -nombre que usó en la carta- expresó sus frustraciones por lo difícil que es para una mujer de “cierta edad” conseguir  pareja.

Hace muchos años pensaba como ella. Entendía que un hombre en mi vida lo era todo. A los 24 años me casé con Tato, mi novio de toda la vida.  Era mi apéndice. Tato para aquí, Tato para allá. No hacía nada sino contaba con él.
Ese hombre era mi contable, plomero, ebanista, jardinero, chofer, mecánico, cocinero, entrenador personal... you named it! Y mientras me vanagloriaba del encanto de hombre que era mi esposo, resulta que se cansó.
Recuerdo un día que llovía a cántaros y se vació una goma del carro. Histérica llamé a su oficina para que me ayudara, del otro lado del auricular Tato, de muy calmada manera, me recordó que llamara a asistencia en la carretera, que para algo él pagaba la mensualidad. Su frialdad me dejó de una pieza.
 A los días cuando le pedí que cambiara una de las bombillas del cuarto, me buscó la escalera, la bombilla y el destornillador. “Aprende”, fue su respuesta. No tienes que acudir al Teorema de Pitágoras para concluir que la relación terminó. Me dijo que no soportaba la presión que ponía en sus hombros. Cuando menos me lo esperaba, se fue.
 Creí morir. Pero te confieso que no me tomó ni dos meses superar la ausencia. La partida coincidió con la época navideña, así que esta “chatita” fue la que pintó, serruchó y colocó bombillas. ¡Bello todo!
Desde entonces, estoy clara que para ser feliz no se necesita ningún hombre. ¿Que te hacen gozar? Por supuesto, pero igual gozo sola.
Aprendí a valorar mi espacio, mi tiempo. Me lo disfruto, todo. Bien claro tengo que no voy a desperdiciar mi tiempo y energía en una relación que no tiene futuro, todo por el hecho de decir que tengo a alguien a mi lado. ¿Las urgencias? Bien cubiertas.
 Una lectura muy buena sobre el tema es el libro “On My Own: The Art of Being a Woman Alone” de la psicoterapeuta Florence Falk. Cara, no tenemos que tener a alguien al lado, en todo caso... ‘el celular’. Adriana, de Guaynabo.
Apreciada Adriana, me quito los guantes y el sombrero. Te felicito.  Ya estoy en Amazon  pidiendo el libro. Te contaré.  Ciao!

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