Cuando Bugs Bunny apareció en los años 30′s, los personajes de Disneylandia empezaron a temblar: ¡por fin tenían un rival que amenazaba con destronar la popularidad de Mickey, Goofy, Bambi y los seres animados creados por Walt Disney! El debut del conejo Bugs, creado por el dibujante Frederick “Tex” Avery y auspiciado por los estudios Warner Bros., no pudo ser más espectacular. En el filme “A Wild Hare”, un cazador calvo (Elmer), vestido de rojo, deambulaba por un bosque y diciendo al público “sshh, estoy buscando conejos”. Luego, el conejo Bugs, más alto que Elmer, respondía “mmmm, ¿que hay de nuevo, Doc?” mientras masticaba zanahorias. La historia del filme continuaba con Bugs Bunny martirizando a Elmer, con una crueldad sin límites.
Mientras Mickey defendía la ilusión de vivir, Bugs y sus compañeros preferían la velocidad, la ferocidad y las transformaciones sorprendentes. Bugs Bunny era, y es, la estrella de la Warner. Lleno de los gags holliwoodenses, Bugs Bunny llegó a ser tan popular como Mickey y, al igual que otros personajes animados, ganó un Oscar y se adaptó a las tácticas de mercadeo de los años 90, a tal punto que protagonizó (entre comillas por supuesto), uno de los filmes más populares de la década: Space Jam, con la participación estelar del basquetbolista Michael Jordan.
La fórmula neurótica aún sigue vigente en las series de la Warner, con personajes similares y exitosos, reciclados de la imagen de Bugs, sin duda el conejo más famoso y neurótico que haya existido jamás. En fin, como él diría, “eso es todo, amigos”.
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