"Este contrato es para los servicios de amante a realizar por la señora NN para el señor NN".
"La compensación por estos servicios será de la cantidad que sea necesaria para proveer a la señora NN alojamiento y gastos adecuados devengados del curso normal de sus actividades".
"La compensación por estos servicios será de la cantidad que sea necesaria para proveer a la señora NN alojamiento y gastos adecuados devengados del curso normal de sus actividades".
Lo párrafos anteriores son el comienzo del acuerdo que en 1981 un hombre y una mujer firmaron para establecer los términos de su relación. La pareja se había conocido en la década de los '50 y formaban parte del mismo grupo de amigos. Sin embargo, tomaron caminos separados cuando el esposo que ella tenía en ese entonces fue transferido a otra universidad mientras estudiaba un posgrado. Por su parte, él contrajo matrimonio y comenzó su propio negocio.
Veinte años después la pareja se reencontró. Ella era profesora en una escuela primaria, se había divorciado dos veces y tenía tres hijos. Él, en tanto, estaba casado, tenía un hijo y dirigía una gran compañía. En ese escenario, a finales de los '70 comenzaron un affair.
Tenían encuentros entre dos y tres veces al mes, ya que vivían en diferentes estados. Un día, después de sostener una conversación telefónica que no la dejó satisfecha, a ella se le ocurrió la audaz idea de escribir un "contrato" que regularía su relación, al más puro estilo de Christian Grey y Anastasia Steele en la trilogía "50 Sombras".
El acuerdo establecía lo siguiente:
"A cambio de esta compensación, la señora NN proporcionará los siguientes servicios:
a. Todas las tareas de limpieza solicitadas por el señor NN cuando él esté en el área.
b. Todos los actos sexuales solicitados por el señor NN.
Mientras dure este contrato, la señora NN se convierte en propiedad sexual del señor NN".
Las firmas de ella y él sellaban el acuerdo de una página, que no establecía con qué regularidad debían encontrarse, pero sí le daba a ella una sensación de seguridad que no había conocido ni siquiera estando casada. Él, en tanto, asumió un compromiso que antes no había considerado.
Al papel y a las tablas
Cumpliendo con su parte del contrato, él compró una casa donde podrían tener sus encuentros en privado. También decidieron adquirir una grabadora para registrar todas las conversaciones que mantuvieran, fuera en el lugar que fuera: mientras viajaban, en una comida, en la cama, etc. Y decidieron que las plasmarían en un libro.
De esta manera, en 2011 publicaron "The mistress contract - A memoir" ("El contrato de la amante - Una memoria"), donde están transcritos los diálogos que sostenían en el marco de su relación adúltera. El primero de ellos fue una conversación telefónica, en la que ella le cuenta a su amante que había leído "The joy of sex" ("La alegría del sexo"), de Alex Comfort, un explícito manual de las relaciones íntimas muy polémico para la época.
"Tengo la terrible sensación de que has sido perjudicado y debo hacer algo al respecto", le dice ella. Él le responde que no ha leído el libro y que no podría decirle si ha sido así o no. Ella le replica: "Se supone que la mujer debe ser lasciva y tentadora. He intentado descifrar por qué nunca lo he sido (…) Deberíamos intentarlo".
"The mistress contract" será publicado este mes en Gran Bretaña y en enero será presentado sobre las tablas de The Royal Court de Londres, de la mano de la dramaturga y guionista británica Abi Morgan ("La dama de hierro").
Sin embargo, lo inusual de la historia ha llevado a algunos escépticos a no creer en ella. A su juicio, las conversaciones que sostiene la pareja, son demasiado "cerebrales", artificiales y distantes.
Hannah Westland, representante de la editorial que publicará el libro en Gran Bretaña, señaló al "Daily Mail" que la única garantía de veracidad que existe es la palabra de Fred Ramey, el editor en Estados Unidos, quien conoce a los protagonistas, pero no puede revelar sus identidades ya que lo hicieron firmar un contrato para mantenerlos en el anonimato.
Según Ramey, el tono de los diálogos de la pareja se debe a que son "voces de personas educadas de generaciones anteriores". Ha señalado además que desconoce la razón que los motivó a hacer públicas sus conversaciones más íntimas, pero que su contrato genera un intenso debate.
Cabe destacar que aunque el acuerdo tenía una "cláusula de escape", ninguno de los dos nunca la usó. Esto quiere decir que el contrato continúa vigente hasta el día de hoy, cuando ella tiene 88 y él 93 años.
GDA
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