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Suena extraño y aunque suene infantil, eso no fue lo que aprendimos de los cuentos de hadas ni las películas de amor, pero tampoco se ajusta a nuestras creencias sobre el matrimonio, el enamoramiento y el “final feliz”. 

¿Acaso uno no se casa por amor?
En algunos países de Oriente y África, los casamientos son arreglados. Es más, si uno revisa la historia, los matrimonios en décadas y siglos pasados han sido acuerdos, religiosos, culturales, por dinero, prestigio, o incluso, algunos se diseñan de acuerdo con las influencias astrológicas de los involucrados.
¿En Occidente?
Acá funciona, en la mayoría de los casos, la idea romántica de conocer a alguien y que Cupido los fleche. Es algo así como el “gran sueño” del príncipe y la princesa, y que abunda en la mente de cualquier soltero y soltera. Pero, la realidad es diferente. 
Susan Pease Gadoua, una terapeuta norteamericana especialista en matrimonio y divorcio, cree que es necesario reflexionar sobre este ideal, porque para ella el amor no puede ser la principal razón para unir en matrimonio a una pareja.
Autora de libros que explican cómo divorciarse y reconstruirse después, ha emprendido una real batalla contra la creencia de que el amor sea “el motivo”. 
Argumenta, que verlo solo de ese punto de vista, significa que uno tiene resuelta, al menos, la mayoría de las necesidades vitales de seguridad, abrigo, comida… Aunque, también dice que si uno va a estar preocupado por la supervivencia o seguridad económica, nunca podrá encontrar al hombre o mujer de sus sueños. 
Su opinión la publicó en la columna que escribe en la revista de psicología norteamericana, Psychology Today, donde expone cómo esta creencia romántica está obsoleta dado la independencia de la mujer y la aceptación social del divorcio. Porque opina que, aunque no se vea correcto admitirlo, el interés por obtener beneficios políticos y financieros también han sido objetivos que en Occidente han llevado a las personas a casarse. 
“Creo que nuestra idea de que sea el amor el que impulse el matrimonio, ha hecho que debilitemos a la institución, porque el amor es una emoción cambiante. Cuando el amor se desvanece el matrimonio se vuelve inestable y cuando el romance se detiene, las nupcias mueren”, escribe Susan Pease Gadoua. 
Por este motivo, su preocupación apunta a resaltar la importancia de que las personas que se casan, entiendan por qué el amor no puede ser el motor que lleve a esa decisión. 
Para convencer, enumera otras razones de peso, como querer tener hijos con un buen compañero y que sea un padre responsable, o bien, desear poseer seguridad financiera y lo más humano que dice, es querer una buena compañía. 
Sobre estos motivos, reales y concretos, la terapeuta asegura que las uniones serán más solventes y estables en el tiempo, ya que la relación legal o compromiso se basarán en propósitos definidos y no en expectativas ideadas en castillos de aire.
“Además, sus expectativas de matrimonio y de pareja son más realistas. El cónyuge no se espera que sea ´el superesposo”. Simplemente tiene a una mujer o un hombre, lo suficientemente bueno”, explica. 
Advierte, de todas formas, que no dice que el amor no debe estar en la lista de “cosas” presente en una relación, pero si es enfática en señalar que no tiene por qué ser el número uno. 
Otras razones
Para la psicóloga Carol Poblete del Centro Atención Psicológica Aliwen Psicoterapia Orientación Reichiana, el amor va más allá de los intereses mundanos que las parejas tienen en común y en este sentido, opina que uno no es más inteligente si se casa por este motivo o no. 
Más bien, cree que si el amor de pareja no está presente, la cotidianeidad, las decisiones y problemas se solucionarán de manera distinta, casi por “el deber ser” o el “qué dirán”. 
“Casarse por las razones que sea, implica un compromiso consigo mismo, con el otro y con los frutos de ese compromiso que son los hijos, si es que deciden tenerlos. Si bien es cierto, hay parejas que se mantienen en una relación por conveniencia económica es importante dar cuenta que, al no existir el amor, la pasión del primer momento, traerá consecuencias”, afirma. 
¿Cuáles son esas secuelas? Infidelidad, aburrimiento, divorcio. 
Por esta razón, cree que el amor hacia uno mismo es fundamental para establecer relaciones sanas de pareja. Además, para poner límites entre uno y el otro y para tomar decisiones cuando la relación no está funcionando como se esperaba, o en último caso, cuando el amor, ya tomó otro rumbo. 
Entonces, ¿qué se debe revisar o acordar antes de tomar la decisión del matrimonio? La experta dice que principalmente cuando que no exista ninguna presión desde ningún lado para hacerlo.
“Cuando sientan que con esa persona se van a realizar personalmente y en pareja, cuando sientan que son imperfectos y como tales, cometerán errores y cuando sientan que el amor del momento, va a evolucionar y los hará tener más puntos de encuentros que desencuentros”, aconseja.
Es que Poblete plantea que el casamiento puede ser la cúspide de la unión de una pareja pero también lleva implícita la decrepitud de la relación en cualquier sentido. De ahí la importancia de elaborar objetivos en común que sean reales.
“Al hacerlo, deben mantener la individualidad y el respeto por los intereses de cada uno. Pero sobre todo, tienen que reflexionar acerca de lo que quieren ser y hacer como ser humano”, detalla Carol Poblete. Es decir, cuando cada uno se haga cargo y se responsabilice de sí mismo, como individuo y luego, se relacione, ame, y entienda al otro que eligió. 
¿Por qué no solo amor?
La terapeuta norteamericana mantiene su idea de derribar la idea romántica del matrimonio. Estos son sus 4 argumentos clave: 
1. El amor es una emoción cambiante. Tan pronto como uno se enamora, se puede perder el amor. Entonces, la relación se termina o se vuelve tóxica. Si el amor es la conexión principal tendrán más probabilidades que la unión se acabe pronto.
2. El amor no es un fundamento lo suficientemente fuerte. Sí, el amor es fuerte, pero, debido al hecho de que se puede evaporar no puede ser la base para una relación a largo plazo (sobre todo cuando existen niños involucrados). Cualquier relación construida sobre la base sólo del amor está sujeta a ruinas. 
3. El amor está lejos de ser "todo lo que necesitas”. Es necesario el respeto mutuo, compartir objetivos, ser compatibles en varias áreas hacen que una relación sea sostenible y duradera. La gente "se enamora del amor", porque piensan que los llevará lejos, y no es así. 
4. Los argumentos que valen. Todos queremos ser querido y nos encanta el amor. Para que la relación sea fuerte y saludable debe tener respeto, metas compartidas, compatibilidad, amor, y atracción, aunque esa parte es opcional.


Francisca Vargas / El Mercurio, Chile / GDA

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