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Estudios recientes de universidades norteamericanas sugieren que las parejas separadas geográficamente pueden ser más sólidas que las cercanas
Son difíciles, pero quizás valga la pena intentarlo. Las relaciones amorosas a distancia no están entre los planes de nadie; sin embargo, las amenidades de la vida moderna reducen los obstáculos al mínimo. Los medios electrónicos de comunicación: teléfono, mensajería, videoconferencias y hasta los vuelos de bajo costo acercan a la pareja para conseguir una intimidad a veces superior a las relaciones presenciales, según estudios recientes.

Académicos de la Universidad de Queen en Ontario y de la Universidad de Utah examinaron a 717 personas que mantenían relaciones a distancia y a 452 individuos con noviazgos presenciales. Los resultados —publicados en el ''Journal of Sex and Marital Therapy''— fueron bastante similares en ambos grupos: los mismos niveles de satisfacción en promedio, e inclusive mayor intimidad y comunicación para las personas con parejas que están lejos.

En otra investigación con 63 duplas de universitarios, de las que aproximadamente la mitad sostenían una relación a distancia, se confirmó lo anterior: los noviazgos geográficamente distantes pueden ser más sólidos, informaron investigadores de la Universidad de Hong Kong y de la Universidad de Cornell en el Journal of Communication.

Las razones para asumir un compromiso de este tipo son cada vez más frecuentes: oportunidades laborales en otras partes del globo, becas para estudiar en el extranjero o simplemente medias naranjas que se conocieron a través de internet.

Hay de distancias a distancias. No es lo mismo entablar un noviazgo con una persona del mismo país que con alguien que vive en otra nación. También influye qué tan lejos están: si se puede visitar a la pareja frecuentemente porque se encuentra a unas horas de distancia, o si sólo se pueden ver por medio de un boleto de avión.

El sacrificio es grande, y es por eso que la comunicación debe ser mayor y mejor. No hay una receta mágica para hacerlas funcionar, pero sí consejos prácticos basados en lo que a otras personas les ha funcionado.

Hablar claro: Preguntando se llega a Roma. En el caso de las relaciones a distancia, más vale no asumir nada: hay que establecer claramente los términos de exclusividad y compromiso antes de caer en suposiciones.

Cuestión de confianza: La interrogante no es: ¿puede funcionar una relación a distancia? Sino: ¿creo que puede funcionar? Si de entrada no hay seguridad y la desconfianza es una tendencia general al relacionarse con otras personas, un noviazgo de este tipo puede ser demasiado problemático.

Salidas acompañado: Al salir por la noche, mandar un mensaje o llamar a la pareja es clave para evitar malos entendidos. “Para el otro, saber que desearías que estuviera allí contigo mejora mucho la relación y baja la ansiedad”, explica Caroline Tiger, autora del libro Guía para mantener una relación a distancia.

Dios está en los detalles: Los novios que no están cerca necesitan ser más creativos para mantener vivo el romance y la coquetería: mensajitos picarones durante el día, correos, fotos, videos, dedicatorias y hasta regalos sorpresa enviados por paquetería; todo cuenta. El chiste es no caer en el tedio.

Skype, mon amour: Ante los kilómetros que se abren entre la pareja, los videochats son la herramienta más útil para generar una sensación de proximidad. Ya sea a través de Skype —o FaceTime para los usuarios de Apple—, en los primeros años conviene programar sesiones al menos cada dos o tres días. Si es diario, qué mejor.

Adiós al misterio: Si hay posibilidades de visitarse el uno al otro, conviene hacer un esfuerzo para darle a la otra persona una probadita del entorno y rutina cotidianos. Presentar a la familia y los amigos, fortalecerá la confianza.

La luz al final del túnel: Algunas relaciones a distancia son temporales. Otras están en un estatus indefinido. En estos últimos casos, se recomienda evaluar las posibilidades de ponerle fin a la distancia y de mudarse para estar juntos.

• El cortejo virtual
En el amor por internet todo se vale. Tradicionalmente se piensa que las personas que se conocen por este medio de comunicación están desesperadas buscando pareja a través de perfiles en páginas de citas o de redes sociales. La realidad es que, como en la vida real, en la virtualidad ocurren encuentros inesperados.

“Se conocen por cuestiones afines culturales, como hobbies, gustos musicales, que les gusta la misma banda de rock y entonces resulta que los fans organizan blogs, grupos de Facebook o cuestiones académicas”, dice el sociólogo Mario Cervantes, quien ha documentado al menos cinco casos de tapatíos quienes conocieron a sus parejas extranjeras por internet y terminaron casados.

“Antes la gente iba al kiosco o a la plaza y le daba la vuelta buscando pareja. En esencia cuando tú te metes a una página es como darle vueltas al kiosco a ver qué te encuentras”.

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