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La ardilla gris le ganó la batalla a los británicos. El gobierno ya no luchará contra esta especie invasora.

Las ardillas rojas supieron en una época ser la única especie de ardilla en Europa. Todo cambió cuando a finales del siglo XIX llegó a Reino Unido desde Estados Unidos la temida ardilla gris (Sciurus carolinensis).


Desde entonces, las autoridades británicas han luchado contra la ardilla gris a través de una ley de 1937 que obligaba a la gente a denunciar la presencia de esta especie en su propiedad para que así pudiera ser destruida.

La ardilla gris no sólo aumentó la competencia por alimentos con sus parientes autóctonos, también son capaces de comer lo que encuentran a ras del suelo, digieren las bellotas, algo que las rojas no pueden, y también contagian un virus mortal de la viruela que a ellas no las afecta.
Razones suficientes para defender a la ardilla roja y empezar una cruzada contra la gris, que integra la lista de las 100 especies más invasivas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)
Pero esta semana los británicos se rindieron.

Un debate apasionado

El procurador general, Oliver Heald, dijo que la erradicación de la ardilla gris "ya no se considera viable", por lo que el requisito legal de reportar su presencia perdió sentido, informa el diario The Daily Telegraph.
La batalla contra esta especie despierta pasiones en Reino Unido.
"Estoy conmocionada y sorprendida por el ánimo derrotista cuando se trata de detener la embestida de la ardilla gris y la protección y promoción de la ardilla roja", señaló la parlamentaria laborista Chi Onwurah.
La ardilla gris se encuentra en zonas del sur de Inglaterra, Gales, y Escocia -que concentra el 75% de la población en Reino Unido-, pero no se encuentran en el resto de Europa, excepto por algunos lugares específicos de Italia.
Se calcula que mientras hay unas 30.000 ardillas rojas en territorio británico, las grises llegan a los tres millones.
En los últimos años se han intentado organizar sacrificios de las grises al colocar trampas, algo que ha generado críticas en sectores de la población por maltrato animal.
Existen leyes a través de las cuales se pena con multas e incluso sentencias de prisión a quienes liberan o permiten la huida de una ardilla gris atrapada.
E incluso se ha promovido el consumo de la carne de ardilla gris, todo en aras de proteger a la roja.
Pero, todo indica, la batalla contra la especie invasora está perdiéndose.

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