"Cuando mi esposa estaba en tratamiento (por un cáncer de mama), yo hablaba con muchas mujeres que tenían su enfermedad avanzada y les preguntaba '¿por qué no se exploró antes, por qué no se fue a hacer una mamografía?'. Ellas me decían: 'Porque si me diagnosticaban un cáncer de mama, mi esposo me iba a abandonar'".
Con este relato, Julio Frenk, decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, ilustró una realidad que no sólo se está evidenciando en México, su país de origen, sino que en toda América Latina: el "machismo" que existe alrededor de las enfermedades que son netamente femeninas.
"El machismo es un cáncer social en América Latina. Mi experiencia directa ha sido en México, y es un problema y es una tendencia a reducir a las mujeres a una parte de su cuerpo", sostuvo en el marco del XI Seminario Latinoamericano de Periodismo en Ciencia y Salud que tuvo lugar en Boston, Estados Unidos.
En este sentido, el también ex ministro de Salud mexicano (2000-2006) señaló que es fundamental un cambio cultural que ayude a disminuir los casos de detección tardía de males como el cáncer de mama -una de las primeras causas de muerte en mujeres en América Latina- y que, en consecuencia, influya en tratamientos más exitosos.
"Cuando el cáncer de mama se detecta en estadios tempranos, se cura el 95% de las mujeres. Cuando se detecta en estadios avanzados, la muerte es muchísimo más común. La detección temprana es la clave", enfatizó.
"Hay que educar a los hombres y hay que erradicar el machismo (…) Los hombres tienen un papel muy importante que jugar en alentar a sus esposas, a sus parejas, a la detección temprana y no ser un obstáculo, como a menudo lo son", agregó.
Algo en lo que coincide Gina Tambini, directora de Familia, Género y Curso de Vida de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), quien señaló que el "machismo" que existe en torno a las enfermedades femeninas también depende mucho de los diferentes grupos de la población, del grado de educación o nivel socioeconómico.
"En los grupos indígenas o grupos étnicos que son muy patriarcales, el hecho de que la mujer esté pendiente de un permiso, de una aprobación, de poder acudir a una atención o también el hecho de que sea atendida por un hombre y no por una mujer, o que no sea atendida por el personal comunitario al cual ellas están más familiarizadas (…) crea barreras. Entonces, el hombre juega un rol, muy importante", indicó Tambini, quien también participó en la conferencia organizada por el Instituto de Las Américas y Merck/MSD.
Eso sí, la representante de la OPS estimó que existe una oportunidad con las nuevas generaciones, las que gracias al acceso a la información presentan una mayor apertura para cambiar de actitud.
"Hay que valorar las diferencias culturales, valorar también el enfoque de género entre hombre y mujer, y cómo respetar. Yo creo que eso debemos inculcarlo mucho más, ahí hay una oportunidad. Y por eso recalco que la educación debe ser integral, abierta en términos de educación sexual reproductiva, que no sea el tabú de las generaciones anteriores que nos precedieron, de nuestros padres o nuestros abuelos", aseveró.
GDA
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