Porque puedes engañar a todo el mundo, pero nunca a ti misma. Sabes que hay cosas que haces que están mal y atentan contra tu salud (física y mental).
Decidiste empezar una dieta saludable libre de comida chatarra y colesterol. Ibas bien y mantuviste tu dieta muy bien las primeras semanas o meses, de hecho empezaste a tener más energía y notaste los cambios en tu figura.
De pronto un día al salir de tu casa pasaste por una pastelería y los pasteles se veían tan tentadores que te sentiste como Eva, no pudiste con tu carácter y literalmente mordiste la manzana (te comiste tres postres que hace tiempo no probabas). Aún con el sentimiento de culpa continuaste tu camino y por la tarde llegaste sin querer a tu restaurante favorito de hamburguesas y pesaste “bueno, si ya comí un par de dulces, puedo darme el gusto de pedir una super royal con todas las cremas, total es una vez al mes.” Y ahí vas, comes todo lo que puedes, las papas nadan en mayonesa, el queso se derrite en tu boca y al terminar sales casi a escondidas corriendo para llegar a casa y no tener otro peligroso antojo.
Llegas a casa y ves pegado en la pared el papel con tu dieta de todos los días donde obviamente no aparecen pasteles, hamburguesas o papas fritas. Sabes que lo que hiciste te va pasar factura y sientes que todo tu esfuerzo de meses anteriores no sirvió de nada porque no pudiste controlar tu maldito impulso por meter porquerías a tu organismo.
¿Qué es lo que pasa por tu mente luego de tu error?
Te hace sentir culpable. Sabes que estuvo mal, no debiste comer tanto. Tus esfuerzos no van a servir si sigues dándote “esos gustos”. Es como engañar a tu pareja porque le pones todas las ganas a la relación y ante una “tentación” sucumbes. Sabes que al final esto solo te afecta a ti y a tu salud (física y mental).
Aunque destruyas la evidencia, sabes lo que pasó. Aunque rompas las envolturas de lo que comiste, aunque quemes la boleta de lo que gastaste y aunque elimines de tu casa todo la comida chatarra tú sabes lo que hiciste y de ti misma no te puedes esconder. Aunque nadie se entere nunca que comiste esa hamburguesa con queso y mayonesa, tú sabes que lo hiciste.
Pasas el tiempo convenciéndote que lo que hiciste no es tan malo. “Hace mucho que no comía eso, no creo que me haga tanto daño”, “Seguro si hago más ejercicios no se van notar”,“No creo que engorde por un día”, son algunas de las frases que seguro te vas a repetir sin cansarte hasta que te lo creas.
Estás arrepentida y sabes que las cosas ya no van a funcionar igual. Sabes que las cosas no son iguales, ya nada puede ser como antes porque “metiste la pata” y aunque nadie lo sepa nunca, tu cuerpo lo sabe y te va pasar factura en algún momento.
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